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¿Sabe el muerto lo que ocurre a su alrededor?

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¿El muerto sabe lo que ocurre a su alrededor?

Las fuentes judías nos dicen lo que ocurre inmediatamente después de la muerte. Aunque es mucho lo que nos está oculto y se encuentra sólo en las enseñanzas místicas de la Cábala, reservado sólo para aquellos que están espiritualmente preparados para sus profundos mensajes (y no para ser revelados públicamente, sino sólo transmitidos oralmente de un maestro a un estudiante que tenga suficiente conocimientos y sabiduría), algunas verdades son tan importantes que llegaron a aparecer en el Talmud.

Una de estas ideas la encontramos en una Mishná en la sección conocida como Pirkei Avot (Ética de los Padres):

“Rabí Iaakov dice: este mundo es como un corredor antes del Mundo Venidero. Arréglate en el corredor para poder entrar al salón” (Pirkei Avot 4:16)

La analogía del corredor es muy llamativa. Un corredor no es más que una entrada antes del domicilio principal. Nuestra vida en la tierra es la primera etapa de una existencia más gloriosa.

Como dice la Mishná: “Y una hora de placer en el Mundo Venidero es mejor que todo el tiempo en este mundo” (Ibíd. 17).

Aquí, en la tierra, buscamos la felicidad. Nuestros placeres son transitorios; nuestro disfrute está limitado por nuestro ser físico. Una vez que traspasamos el corredor de nuestra vida de una manera que nos vuelva dignos de recibir la recompensa del cielo, tomamos consciencia de nuestro propio ser, de nuestro alrededor, lo que hace que el “corredor” terrenal empalidezca en comparación con lo que vemos ahora, y el verdadero significado de la felicidad trasciende todo lo que hemos experimentado durante nuestra vida.

La ley judía va todavía un paso más adelante. Debido a que nuestra alma, nuestro ser verdadero, pasa de un dominio a otro, partimos lentamente de este mundo, abandonando nuestro cuerpo en diversas etapas.

Quienes atienden al muerto no tienen permitido comer en su presencia. Eso sería en cierta forma como “burlarse” del muerto al hacer algo que él ya no puede hacer, y que él lo sabría. Debemos tener cuidado de lo que decimos en su presencia, porque sigue “escuchando”.

Por esta razón, tampoco se debe dejar sola a la persona que falleció, porque el alma ronda cerca del cuerpo poco después de su separación inicial y tiene consciencia del amor y del respeto que se le manifiesta a su receptáculo, el cuerpo.

El judaísmo también enfatiza que los discursos fúnebres requieren especial cuidado respecto a lo que se dice, no sólo porque declaraciones inapropiadas y observaciones falsas podrían ofender a amigos y parientes, sino porque uno de los que escucha es nada más y nada menos que la persona que ha fallecido.

4. Morir implica recordar, reflexionar y enfrentar el juicio final

El Talmud dice: “Akavia ben Majalel dice: Presta cuidadosa atención a tres cosas y no llegarás a pecar: sabe de dónde vienes, a dónde vas y ante Quién deberás rendir cuentas al final” (Pirkei Avot 3:1).

Todavía más fascinante es que el Talmud revela las preguntas que nos formularán a todos en nuestro “examen final”:

¿Condujiste con honestidad tus negocios?

¿Fijaste momentos regulares para el estudio de la Torá?

¿Aseguraste la continuidad del mundo teniendo hijos?

¿Esperaste la redención del mundo? (Talmud de Babilonia, Shabat 31a)

Por lo tanto, no sólo sabemos que una hora de placer en el Mundo Venidero es mejor que todo el tiempo en este mundo, sino que también nos dicen qué se espera de nosotros para recibir las bendiciones. ¡Qué maravilloso y bondadoso regalo Divino es darnos por adelantado las preguntas de nuestro examen final! Y qué maravilloso consejo para una vida satisfactoria que pueda encontrar favor ante los ojos de Dios y de nuestros semejantes.

Aish Latino  

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