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¿Por qué el libro de Ester no menciona el «Nombre de Dios»?

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¿DÓNDE ESTÁ DI-OS en el libro de Ester?

En todo el Libro de Ester no se menciona el nombre de Hashem ni una sola vez, es el único libro en toda la Biblia, que el Eterno no es citado, lo que es muy extraño.

El Talmud pregunta:

¿Por qué no se recita el Halel (capítulos de alabanza a Hashem) en Purim? Una de las respuestas es que la lectura del rollo de Ester, es por sí misma, una alabanza a Di-os.

¿Cómo se puede ser un agradecimiento por la salvación de Purim, faltando el nombre del Altísimo? Cabe otra observación, los seis días laborales de la semana, y el día de shabat, fijo están desde los seis días de Creación. Las festividades fueron fijadas por Hashem en la Torá (Pésaj, Shavuot, Kipur, etc.) En el caso de Janucá, fueron nuestros sabios quienes establecieron la fecha; pero, hay una festividad diferente, la cual no fue fijada por Di-os, ni por nuestros sabios, sino por Hamán ben Agag, descendiente de Amalek.

¿Cómo fijó la fecha de la festividad?

Echando suerte. En forma casual. Simplemente, estableció el día por medio de tirar piedras pequeñas dentro de una urna, para así fijar el mes y día apropiados en el que asestaría el golpe a los judíos, cayó la suerte, sobre el mes de Adar, lo que contentó a Hamán, porque sabía que en Adar había fallecido Moisés, el redentor de los judíos, y eso era buena señal para el éxito de su plan.

No solo eso, el tema de la suerte, es tan significativo, hasta que fue señalado como nombre de la festividad, Purim.

Interesante, 2.500 años festeja el pueblo judío una celebración fijada por un descendiente del acérrimo enemigo del pueblo de Israel.

Para entender lo que se esconde detrás de los sucesos relatados en el libro debemos profundizar en la discusión entre Mardoqueo (Mordejai) y Amán (Hamán). Hay quienes piensan que se trata de una disputa personal entre dos hombres, sobre honores y prestigio. No era una mera disputa, sino un profundo debate entre ideologías, un enfrentamiento entre dos concepciones contrarias. El secreto está encerrado en un versículo del texto que da una nueva luz al tema. Después de haber declarado el aniquilamiento de los judíos, llega Mordejai, vestido de saco y de ceniza. Ester envía un representante preguntándole por lo sucedido. Leemos en Ester: «Y Mordejai, le expuso de todo lo que había acontecido» (4:7), explica el Midrash: «Ve y dile, el hijo del hijo de que pasó, [asher karau] por casualidad, por nosotros». Se refiere a Amalek, de quien leemos en la Torá: «Cuando te encontró [asher kareja] (por casualidad), en el camino» (Devarim – Deuteronomio, 25: 18).

Nos preguntamos, ¿cual es la relación entre Hamán y Amalek y por qué la palabra «mikre», casualidad, se repite tantas veces en el texto bíblico?

La discusión entre Mordejai, y el pueblo judío y Hamán HaAgaguí, es sobre un solo punto. ¿Tiene el mundo un líder que guíe y supervise, todo lo que sucede o la suerte y la casualidad son lo que lo gobierna, y todo es fruto de la casualidad?

Cuando el pueblo de Israel salió de Egipto gracias a las maravillas y milagros de Hashem, todo el mundo fue testigo de la extraordinaria salvación, quedando totalmente impresionados, así escribe la Torá: «Escucharon [otros]pueblos y se aterraron, el horror se apoderó de los habitantes de planeta. Los jefes de Edom quedaron confundidos, los poderosos de Moab, se convulsionaron, todos los moradores de Canaán, se derritieron» (Shemot – Éxodo, 15, 14:15). Solo un pueblo queda indiferente, Amalek. ¡Tonterías¡ Dice, por casualidad, un pueblo de esclavos salió de Egipto, y cuando llegó al mar de los Juncos, por casualidad, las aguas bajaron y pasaron, y por casualidad las aguas subieron y los egipcios murieron ahogados. Amalek, no teme, es el primero que sale a luchar contra Israel, él cree que la casualidad es la que gobierna el mundo.

Hamán, descendiente de Amalek continúa exactamente con la misma política. Cuando después de un tiempo, en que todo le va a la mil maravillas, de repente, se le complican las cosas, y en vez de colgar de un árbol a Mordejai, su enemigo del alma, debe conducirlo montado en un brioso caballo, vestido con las vestimentas del Rey, por las calles de Susa, exclamando: «Así se debe hacer al hombre que el Rey se complace en honrar» (Ester, 6:9). Cuando llega a su casa, triste y avergonzado, su mujer le pregunta por qué tiene esa cara, «y refirió Hamán a Zeresh, su mujer y a todos sus amigos lo que había acontecido» (asher karau) (Ester, 6:13), nuevamente, casualidad, nada especial, un mal día, se sabe cómo es la vida, unas son de cal y otras son de arena.

Ni siquiera piensa que algo va mal; pero, su mujer y sus amigos le dicen: «Si de la raza de los judíos es Mordejai, delante de quien tú has comenzado a caer, no lo vencerás, sino caerás delante de él».

Para Hamán, todo es fruto de la suerte, todo esta en manos del albur, mientra que en Mordejai, vemos lo contrario.

Cuando Ester es llevada al palacio de Rey, nos relata el texto: «Y todos los días Mordejai paseábase por delante del patio de la casa de las mujeres, a fin de saber cómo le iba a Ester, y lo que le sucedía» (Ester, 2:11), explica Rashí: «No sucedió que la justa mujer (Ester) sea llevada al lecho del Rey, sino que Israel sería redimida por su intermedio». Mordejai cree que nada es fortuito en la vida. Si Ester es trasladada al palacio real, es porque tiene que cumplir una misión en ese lugar. Es por eso que él esta ahí, cerca del escenario, preparado para actuar, para ayudarla en lo que necesite. Todo el tiempo estuvo pensando, en que algo iba a suceder. Tuvo razón, sus oídos pudieron captar, una conversación crítica, la confabulación de Bigtan y Teresh, para asesinar al Rey Ajashverosh (Asuero), Mordejai, pudo salvar al Rey, factor de importancia decisiva, en la continuación del relato.

Cuando se descubre el maléfico plan de Hamán, el asesinato del pueblo judío, Ester teme presentarse ante el Rey, para suplicar por su pueblo, y le dice Mordejai: «Quién sabe si no fue para ocasión como esta, que tú has llegado al reino» (Ester, 4.14) ¿Acaso piensas que, por casualidad, decidió el Rey, hacer una fiesta, invitar a Vashtí, negándose ella a participar, por lo cual la mandaron a matar, debiendo elegir a una nueva reina, y que fuiste tú, Ester, la elegida?

»Hay quien dirige el Mundo, y si alguien te puso acá, en este momento, señal que debes actuar, ahora».

De este momento todo el relato continúa como por casualidad: «Aquella noche, el sueño huyó del Rey» (Ester, 4), por casualidad no se durmió. El libro de las memorias se abrió por casualidad en la página donde se documentó la buena acción de Mordejai, que salvó la vida del Rey. Este piensa cómo recompensar a su salvador, y ¿quién llega, por casualidad? ¡Hamán! quien está seguro de que el Rey quiere distinguirlo otorgándole algo especial. El segundo día de la fiesta de Ester, cuando llega el momento culminante, y se revela como miembro del pueblo judío, el Rey, enfurecido, sale al jardín, y por azar, vuelve justo cuando Hamán cae sobre la cama, en la que Ester estaba reclinada. Y se encoleriza. Por casualidad se encuentra en el mismo lugar uno de los eunucos del servicio del Rey, que aconseja colgar a Hamán de un árbol y la decisión es tomada. Finalmente descubrimos que el conjunto de eventos crea una imagen, que nos aclara con certeza, que existe una mano que guía y se encuentra detrás de todo los sucesos y mueve los hilos, y aunque el Santo bendito es, se esconde detrás de toda clase de máscaras, siempre nos cuida y protege. Puede que esa se la razón de disfrazarse en Purim para decirnos que si Di-os no se revela a nosotros, por medios de milagros al descubierto, como en el pasado, nos acompaña entre bambalinas. Nos supervisa y protege todo el tiempo, también cuando se disfraza.

El libro de Ester, nos revela lo oculto (en hebreo, Ester, significa oculto).

En nuestro trajín diario, al profundizar en nuestro quehacer a nivel personal, familiar, y como nación, sentimos la mano de Hashem, en nuestra existencia frente a todos los problemas que nos circundan. Porque debemos saber que el bien y el mal sirven al Señor, en el camino a la Redención.

Nada, sea pequeño o grande, es casual, sino parte de un plan general del Creador del Mundo, por eso esta fiesta se llama Purim a nombre de la suerte, para decirnos que todo lo que nos parece casual, en verdad esta dirigido desde el cielo.

Revista Maguen Escudo



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