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Majpela: “La cueva que compró nuestro Padre Abraham para Sara”

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La parashá comienza con la muerte de Sara. De acuerdo a la tradición esto ocurrió como resultado inmediato de la “Akedá” (El atamiento de Itzjak). El Midrash cuenta que Abraham le dijo a Sara: “Llevaré a Itzjak a estudiar Torá en Hebrón”. (Ahora entendemos por qué se levantó temprano, ¡antes de que ella pudiera cambiar de opinión!).

Cuando llegó la noticia a su casa en Beer Sheva de que Itzjak había sido llevado al altar, Sara corrió a Hebrón a ver si estaba allí. (Eso explica porqué ella murió en Hebrón). El mensaje que ella recibió fue: “Tu marido Abraham ató a Itzjak en el altar como una ofrenda…” Sin embargo, antes de que Sara pudiera escuchar el resto del mensaje – que Itzjak estaba a salvo – murió. Estaba emocionalmente tan conectada a Itzjak que no pudo soportar la idea de su muerte.

“Y Abraham fue a llorar y a elogiar a su esposa Sara” (Génesis 23:2)

Pregunta: ¿De dónde venía Abraham? ¿Y cuál fue su discurso?

Respuesta: Los sabios explican que Abraham llegó de la “Akedá” y encontró a Sara muerta como resultado directo de su increíble acción. Esto fue otra prueba para Abraham. ¿Acaso se arrepentiría de su buen acto y perdería el mérito del mismo (así como el hecho de arrepentirse de los malos actos elimina el castigo)?

Abraham no se arrepintió, y esta reacción formó la esencia de su discurso mortuorio: El hecho de que Sara tuviera un marido y un hijo que estaban dispuestos a sacrificar todo por Dios. ¡Ese fue el mejor elogio que pudo recibir!

* * *

La Cueva de Majpelá

El Midrash dice que cuando Abraham estaba listo para sacrificar al becerro para sus invitados (ver parashá Vaierá), el becerro se escapó. Abraham lo persiguió por todo el camino hasta la cueva de Majpelá en Hebrón. Cuando Abraham entró a la cueva, encontró ahí las tumbas de Adam y Java. Fue ahí cuando decidió que quería ese lugar santo como terreno para enterrar a su familia.

En una famosa negociación, Abraham trató de comprar la cueva de Majpelá de Efrón el Hití. El comentarista del siglo 19, Malbim, explica que a pesar de que los vecinos de Abraham lo respectaban mucho, ellos se negaron a conferirle el estatus legal de ciudadano y la ley establecía que sólo los ciudadanos podían comprar terrenos para tumbas.

Los Hititas le ofrecieron a Abraham el mejor lugar para enterrar a Sara diciendo, “Nadie te va a impedir utilizar el lugar de sepultura para enterrar a tu muerto” (Génesis 23:6). Su intención era decir: “La tierra es nuestra, pero te damos una tumba en nuestro terreno”.

Después de inclinarse para expresar agradecimiento, Abraham explicó que desde su punto de vista, no enterrar a los seres queridos en un terreno familiar sería equivalente a abandonar sus cuerpos. Luego les mencionó un resquicio legal: No me vendan la cueva, sólo “dénmela” (como regalo) y por supuesto los recompensaré – “con mucho dinero él me la dará” (Génesis 23:9). Esto evitaría el problema legal de vender a un no ciudadano.

Todo lo que quería Abraham era la cueva, y enfatizó que estaba ubicada al final del campo, para no molestar la producción agrícola en el campo de Efrón. Efrón contestó educadamente, “Te he dado el campo y la cueva” – enfatizando que era un trato global, entonces si quieres la cueva tienes que comprar también el campo.

En ese momento Abraham mostró unas monedas de plata y dijo, “Por favor ya toma mi dinero” (Génesis 23:13) – como diciendo, en mis ojos es como si ya lo hubieras tomado.

La ambición de Efrón se apoderó de él: “Mi señor, por la insignificante suma de 400 shekels de plata (el ingreso anual promedio era cerca de 10 shekels), ¿por qué hacer un alboroto entre buenos amigos? (Génesis 23:15 – Rashi).

Abraham pagó la suma completa, sin absolutamente ninguna concesión ni reducción; Efrón incluso exigió monedas totalmente comerciables. Efrón era el clásico ejemplo de “Decir mucho y hacer poco”.

En este punto, el campo y la cueva experimentaron una elevación espiritual y se convirtieron en posesión de Abraham y del pueblo judío para siempre.

Es digno de mencionar que Hebrón fue comprada justamente por Abraham, tal como Shjem fue comprada por Yaakov y Jerusalem por el Rey David, así como está registrado explícitamente en la Biblia. ¡Es interesante que hoy estos lugares son una gran controversia con nuestros vecinos!

Jabad

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