Una pequeña nación que hace una gran diferencia
Israel no es un país perfecto, pero trabaja duro para implementar el ideal judío de reparar al mundo.
por Rav Adam Jacobs
La clase de Tal Ben Shahar sobre psicología positiva ha sido una de las más populares en la historia de la Universidad de Harvard. Sin embargo, a pesar de su éxito pedagógico, de haber escrito cuatro libros éxitos de venta, de tener una consultora que brinda servicios a algunas de las compañías más grandes del mundo y de haber tenido una gran cantidad de apariciones televisivas, Ben Shahar decidió que era tiempo de volver a casa… a Israel. La forma en que llegó a esta decisión y sus implicancias están bellamente presentadas en un film titulado Israel desde adentro: cómo una pequeña nación hace una gran diferencia.
Por ejemplo, cuando el trágico terremoto del año 2010 devastó Haití, Israel, con su desafortunada pero útil familiaridad con las escenas de caos público, fue uno de los primeros en responder. Pocos días después de la tragedia, doctores y soldados israelíes ya habían construido un hospital de última tecnología y salvaron muchas vidas.
Una mujer embarazada llamada Jeanne-Michelle estaba tan agradecida que llamó a su hijo Israel. Los doctores entrevistados consideraron que hacer esto era una obligación, un componente obvio y necesario de su identidad nacional. Este tipo de benevolencia israelí es tan común como no reconocida.
Y no es sólo con los amigos de Israel. A pesar de su estatus de enemigo número uno, Israel le ofreció una ayuda similar a la República de Irán después del devastador terremoto de Bam en el año 2003. Irán se negó y prefirió que sus ciudadanos abandonaran este mundo antes de aceptar la ayuda del estado judío
Simja Blass, un inmigrante polaco, junto a su hijo Yeshaiau, fue ingeniero hidráulico y pionero del sistema de irrigación por goteo, una invención que literalmente permitió que el desierto floreciera al darle la capacidad de producir una mayor cantidad de granos utilizando menos agua. Fíjate en la descripción que hizo Mark Twain en su viaje a Israel en 1867 sobre la flora israelí: «Un país desolado cuyo suelo es lo suficientemente fértil, pero que está entregado por completo a las hierbas… una expansión silente y fúnebre… una desolación… No vimos un ser humano en todo el camino… Apenas un árbol o un arbusto por ahí».
Las cosas han cambiado. Hoy en día Israel exporta productos de alta calidad a todo el mundo (cuando no es innecesariamente boicoteada) y compartió su tecnología de riego con muchos países que tienen condiciones climáticas adversas como Nigeria, Sudáfrica y Senegal. Estos ingenieros israelíes se enorgullecen mucho de la ayuda que han proporcionado y las poblaciones locales están extremadamente agradecidas. Esos beneficiarios no discuten sobre lo que se percibe como “sitios” y “ocupaciones”, sino que están dispuestos a reconocer la naturaleza real de la gente que los está ayudando: dadores agradables y empedernidos que están empapados con el deseo intuitivo de mejorar el mundo.
¿Por qué leemos más sobre puntos de control fronterizos que sobre la tecnología ecológica revolucionaria que produce Israel? ¿Por qué los medios se obsesionan patológicamente con cualquier operación defensiva, siendo que organizaciones como Aleh, Yad Sarah y Magen David Adom sobresalen apasionadamente en el cuidado, la atención, la asistencia y el sustento de los miembros de la sociedad israelí más necesitados, y oprimidos en maneras de las que todo el mundo podría aprender?
Uno se ve tentado a conjeturar que hay mucha gente cuyo odio (no sólo a Israel) y a lo que representamos simplemente supera su capacidad para conectarse con los valores que ellos mismos defienden, por lo que terminan —extrañamente— identificándose más con los enemigos de los judíos, con cuyos valores normalmente no concordarían.
. Es difícil existir sin que nadie te entienda y seguir buscando hacer el bien sólo para ser amonestado y calumniado. Sé que suena extraño, pero la verdad es que los palestinos no tienen ningún amigo mejor que Israel, el cual ha construido caminos, escuelas, hospitales y zonas industriales para ellos, creyendo siempre que tanto la paz como la prosperidad son posibles. ¿Qué otra nación en la historia ha entrado alguna vez voluntariamente en negociaciones para ceder tierras que fueron conquistadas ofreciendo dividir su antigua e histórica capital en dos?
Hay muchas fuentes en la literatura canónica judía que exigen la excelencia moral; «Justicia, justicia perseguirás», «No tomes venganza, no guardes rencor, ama a tu prójimo como a ti mismo», «Recuerda al converso, al huérfano y a la viuda… ustedes mismos fueron extraños en la tierra de Egipto». Estas enseñanzas han quedado grabadas con fuego en la conciencia colectiva de la nación judía y resuenan en nuestro comportamiento hasta hoy en día. Es verdad que también tenemos muchos defectos, pero el estado moderno de Israel debería mantener la frente en alto, ya que a pesar de sus cobardes detractores, continúa en su misión de ser «una luz para las naciones».
Aish Latino