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Con una oración un joven israelí detuvo un misil

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El Factor Divino – Segunda Parte – Cómo hacer Milagros Obtén una comprensión más profunda en el entendimiento de los milagros según el judaísmo. por Sara Yoheved Rigler En el tercer día de Januca, en el año 1997, el soldado israelí de diecinueve años Menajem L. y su compañero Donny estaban ubicados en un puesto militar en la punta más al norte de la zona de seguridad libanesa. Menajem, un judío religioso, llevaba en el bolsillo de su chaleco una tarjeta plastificada. Su padre había escrito a máquina una parte de un versículo de la Torá: «Hashem es Dios; no hay nada aparte de Él». (Deuteronomio 4:35) Él le dio el versículo a su hijo Menajem cuando éste partió a la batalla, y le dijo que lo pronunciara cuando su vida estuviera en peligro. Ahora Menajem y Donny estaban siendo atacados por nuestros enemigos, ubicados en una montaña cercana, más alta que ellos. De pronto Menajem vio un misil anti-tanque que venía directamente hacia él. Estos misiles miden dos metros de largo y llevan cerca de seis kilos de explosivos, suficientes como para penetrar un tanque – o en este caso, el concreto del puesto militar donde estaba Menajem. Menajem pensó, «Seguro que estoy muerto». Él rápidamente recitó el verso «Hashem es Dios; no hay nada aparte de Él», pensando, «Lo que sea que Dios quiera sucederá. Si Él no quiere que suceda, entonces no será así». De pronto, a unos cuantos metros de Menajem, el misil cambió de dirección en pleno vuelo, como si hubiese chocado contra un campo de fuerza invisible. A plena vista de Menajem y de ocho soldados más que se encontraban en puestos adyacentes, el misil giró hacia arriba, en contra de la fuerza de gravedad, y voló 20 metros hacia arriba, luego hizo un arco sobre la cabeza de Menajem y aterrizó detrás de su puesto. La fuerza de la explosión sacudió a Menajem y a Donny, pero las únicas heridas que sufrieron fueron causadas por unas municiones que se incrustaron en la parte trasera de sus rodillas. Cuando terminó el enfrentamiento, el pelotón pasó por un interrogatorio. Los ocho soldados, incluyendo unos oficiales superiores, que habían atestiguado la asombrosa trayectoria del misil, estaban desconcertados y no sabían cómo explicar lo que había ocurrido. En sus carreras militares, ellos nunca habían visto un misil que se comportara así. Su impresión unánime era que… había sido un milagro. entender como ocurrió el milagro que le salvó la vida a un soldado de 19 años en una colina en el Líbano. No fueron las palabras del verso que mágicamente desviaron el misil. Mejor dicho, las palabras del verso, «Hashem es Dios; no hay nada además de Él», le recordaron a Menajem la verdad que había sido inculcada en él por su educación religiosa. Tan pronto como Menajem pensó, «Lo que sea que Dios quiera, así sucederá. Si Él no quiere que esto suceda, entonces esto no sucederá», él reconoció que el misil no posee ninguna existencia independiente de Dios. Este reconocimiento le quitó el poder al mortal misil que se acercaba rápidamente hacia él. Menajem entendió que el mismo Dios que hace que los misiles vuelen en forma recta puede hacer que los misiles den saltos en el aire como un delfín. Entonces Dios hizo esto por Menajem. Cuando el interrogatorio terminó, Menajem volvió a su puesto y encendió sus velas de Januca. Con información Aish Latino

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