La Parasha de esta semana es realmente inusual. No estamos viendo la misma película que la semana pasada: los acontecimientos del pueblo judío en el desierto. La cámara de la Tora se enfoca ahora en otro lugar. Detrás de las líneas enemigas. Por un momento, podemos ser testigos de los diálogos y los planes de quienes quieren destruirnos. ¿Cómo se preparan para enfrentar a Israel? Tres capítulos de la Torá están dedicados a concedernos una mirada detallada de la perspectiva del enemigo. Un caso único en toda la Torá.
Aunque este Parasha lleva el nombre del Rey de Moab, Balaq, el protagonista principal de esta Parasha es un individuo muy misterioso llamado Bilam (Balaam). ¿Quién es Bilam? De acuerdo con nuestros rabinos a Bilam le fue concedida la nebua, es decir, Dios se comunicaba con él, como lo hizo con Moshe Rabenu. Pero no debemos pensar que Bilam fue similar en modo alguno a Moshe.
El hecho de que HaShem habló con Moshé le hizo darse cuenta a Moshé de lo pequeño y limitado del ser humano. Tenía preguntas, muchas preguntas, acerca de la justicia de Dios, por ejemplo, y del hecho de que los hombres justos a veces sufren, etc. Sin embargo, después de su “encuentro” con Dios, todas sus preguntas desaparecieron. No porque ahora entendía estos temas, sino porque la presencia de Dios le permitió darse cuenta de su limitaciones insuperables. Moshé Rabbenu entendió ahora por qué no entendía. Comprendió que captar “los motivos de Dios” está más allá de las capacidades cognitivas de un ser humano, por mas sabio o inteligente que fuera. Es por eso que, después de experimentar la revelación de HaShem, Moshé se hizo aún más humilde, se transformo en “el hombre más humilde sobre la faz de la tierra” (Bamidbar 12:03).
Bilam, por otro lado, también tuvo un encuentro cercano con Dios. La misma epifanía abrumadora experimentada por Moshe Rabenu. Pero la reacción de Bilam fue exactamente opuesta a la de Moshe. Bilam pensó que Dios había hablado con él porque él es una persona muy especial y única. El hombre más importante sobre la faz del planeta. Bilam es el personaje más arrogante de la Tora. Tanto que se refiría a sí mismo en tercera persona (sólo el Faraón hacia lo mismo). También se alardeaba de que Dios hablaba “a través de su boca”. Y presumía de tener habilidad de destruir a toda una nación, Israel, con el poder de su maldición. Y en un momento pronunció la frase más arrogante que se haya escrito en la Tora, yode’a da’at ‘Elion, “[Yo soy Bil’am], el que comprende la mente del Todopoderoso”. La misma experiencia espiritual, la revelación de Dios, afectó a Bilam y a Moshe Rabenu de dos maneras completamente opuestas. Moshé se transformó en el hombre más humilde de la historia, Bilam, en el mas arrogante.
En cuanto a las vanidosas pretensiones de Bilam, sus habilidades “sobrenaturales”, nuestros rabinos señalaron el episodio de Bilam con su burro. Cuando Bilam se dirigía a encontrarse con Balaq, su asno vio un ángel y de repente se detuvo. Bilam castigó al burro y lo amenazó de muerte con su espada. Dios abrió la boca del burro y éste reprendió a Bilam.
Nuestro rabinos explicaron:
Bilam se enalteció a sí mismo diciendo que Dios “hablaba por su boca”. Aquí, Bilam vió que incluso un burro, que nunca fue considerado un animal muy inteligente, también podría hablar y transmitir un mensaje Divino si eso es lo que HaShem quiere. Bilam no era más especial que su burro.
Bilam también afirmó que él podría eliminar toda la nación de Israel con sus maldiciones mágicas. Pero entonces ¿Por qué para matar a su burro tenía que recurrir a su espada?
Por último, Bilam afirmó que el entendía la Mente de Dios, sin embargo, Bilam no alcanzó a comprender ni siquiera la mente de su propio burro.
Shabbat Shalom
לע”נ אייל יפרח ,נפתלי פרנקל וגיל-עד שאער הי”ד
לע”נ מר אבי יעקב בן יהודה ז”ל
Fuente: Halaja.org